Share this
Moverse es uno de los temas que constituyen, estructuran y hablan del estado de las ciudades. En Guadalajara evidentemente cojeamos desde hace tiempo en asuntos de movilidad. Como ejemplo: el parque vehicular se duplicó en siete años, de 700 mil que había en 2000, para 2008 eran un millón 600 mil. La desproporcionada inversión en infraestructura vial, la mayoría para el automóvil privado; las deterioradas e invadidas zonas peatonales y la falta de control en la planeación del sistema de transporte colectivo (ya resulta un mofa estilo Record Guinness, el conteo de muertes provocadas por el trasporte público).
Ante la evidente falta de políticas públicas para integrar un sistema de movilidad sostenible, grupos de ciudadanos se organizan para proponer alternativas que no sólo procuran modos de transporte más eficientes, como el uso de la bicicleta, sino que con ello detonan otro modelo de desarrollo de ciudad basado en la inclusión social, en la equidad, menos impactos al medio ambiente y, por lo tanto, con una calidad de vida superior.
La bicicleta fue la amalgama de un proyecto ciudadano recreativo. Primero fue con la Vía RecreActiva. Impactó porque los ciudadanos se apropiaron de algo que les pertenece: la convivencia en el espacio público, un escenario de inclusión social que hilvanó zonas de la ciudad históricamente fragmentadas.
Ahora la bicicleta reivindica su papel como un modo de transporte eficaz para distancias menores a ocho kilómetros, que no genera emisiones contaminantes, económico y al utilizarla de manera constante se disminuyen riesgos a la salud.
Es evidente que muchas de las posibles soluciones están en las acciones propuestas por grupos ciudadanos y urge que las instancias gubernamentales involucradas comiencen con tareas básicas para fortalecer el trabajo ciudadano. Si consideramos que la participación “que involucra el libre ejercicio de la voluntad de decisión de las personas en todos y cada uno de los asuntos de interés colectivo que les competen, han constituido una utopía para muchas sociedades en diferentes momentos históricos” (1), en nuestra ciudad esa utopía toma forma y se convierte en un hecho real. La sociedad civil organizada está logrando con su presencia y opinión influir en la agenda pública.
El movimiento que se genera en torno a la movilidad no motorizada encuentra en el tema del uso de la bicicleta una de las más fuertes muestras de organización y voluntad ciudadana por colaborar en el proyecto de una mejor ciudad. Guadalajara tiene otra lectura a partir de los ciclistas que pedalean en los paseos nocturnos semanales.
¿Qué significan cuatro mil ciclistas juntos en una noche por las calles de la ciudad?
Aunque los paseos advierten la disposición de la gente a usar la bici como un modo de transporte, algunos se convencerían de usarla a diario si existiesen vías ciclistas apropiadas. Los datos del Estudio de Desplazamientos de la Zona Metropolitana (2) indican que 2.2% de los viajes que se realizan al día son en bicicleta; sin embargo, si existiese la infraestructura indicada aumentaría a 19%.
Instancias gubernamentales mostraron su interés en el tema y comenzaron por firmar acuerdos de colaboración con organismos como el Instituto de Transporte y Desarrollo de Políticas (ITDP), una asociación con base en Nueva York especialista en el tema de vías ciclistas y peatonales. También se integraron consejos ciudadanos sobre el tema y fue contratado el desarrollo del Plan Maestro de Movilidad No Motorizada para la Zona Metropolitana.
Las acciones del ciclismo urbano tendrán que irse fortaleciendo con instrumentos legales, normas y un plan metropolitano. En este sentido, el Ayuntamiento de Guadalajara elaboró, recientemente, el Manual de Imagen Urbana, donde dedica un capítulo al tema de vías ciclistas. En él describe los criterios básicos de diseño, de tipos de vías ciclistas y las consideraciones básicas de planeación. El proceso es paulatino y no todo depende de la construcción de infraestructura, sino que se trata de ir planeando y construyendo un sistema en el que los carriles confinados sólo son un componente. Las recomendaciones, hasta ahora, por parte del ITDP son enfáticas en dicho tema.
La tarea aún sigue pendiente: moverse por la ciudad es complicado, falta comenzar con sencillas acciones que adviertan el cambio, con un poco de voluntad, todos podemos apoyar.
To access the original article, click on the link below:
Arquitectura y Urbanismo